sábado, 28 de enero de 2012

Ciclo

La casa está llena de arañitas, no arañas, arañitas. Es el puto calor lo que las anima a existir.
Y yo renuncié. Otra vez al vacio.
Lo que me preocupa es no encontrar a la araña madre, que se me ocurre, debe ser descomunal para lo que se conoce como araña doméstica en una ciudad como Buenos Aires.
¿Me preguntan un sueño?, trabajar en una librería, leer todo el dia.
Pero en un mundo capitalista esas librerías ya casi no existen, las grandes cadenas tomaron el mando. Una cagada.
Me hace feliz saber que abajo no hay una red, digo, ya probé un poco el vacío y tiene una marcada genialidad: el no saber que  va a pasar.
En Londres me acuerdo que una vez , dándo vueltas en la cama ví como a mi room mate le caminaba una araña de jardín por la cara mientras dormía. Ella se vengó usando mi cepillo de dientes para limpiar el piso de la ducha.
Hay clientes  repugnantes y debería mandarlos a la mierda, en cambio, me voy yo a la mierda. Es un acto de fé: no tengo porqué pagar las cuentas de los demás falsificando mi estado de humor.
Idealista...¿so what?.
Pago mis propias cuentas.
Digo, está bueno caminar por mi vida. Eventualmente.