jueves, 6 de diciembre de 2012

Sentada


 Sentada en su silla transparente, desnuda y sola en el jardín de su casa, deja que el agua de lluvia la colme.
Es un diluvio; ella, como hipnotizada, los ojos en algún punto... apenas parpadean, no hay seguridad en que tenga pensamientos. Simplemente está.
El cabello rubio oscuro pegado a su cabeza, cara, hombros, espalda…sobre los apoyabrazos los suyos con las palmas abiertas hacia el cielo; la espalda apenas curva y el vientre liso colmado de cristales líquidos que parecen vivos.
No parece una señorita; más bien un cuerpo esperando por un exorcismo.
La gata gris, su gárgola, la observa cómodamente tras el vidrio de la ventana, quizá sea algo habitual, quizá no; es entre ellas.