sábado, 20 de agosto de 2011

Yo. (high)

Salgo del trabajo y me pago una habitación de hotel; quiero estar sola y  lejos de todo lo conocido .
Es en  un piso alto y las luces de las marquesinas entran como fuegos artificiales a mi universo; le dan un toque extranjero a mi interior.
Puedo estar en New York o en Shangai. Me saco el pantalón, desabrocho hasta el segundo botón de la camisa y voy hasta mi cartera de dónde saco mi cajita de madera islandesa, me armo uno finito y me suelto el pelo.
Me miro al espejo sobre el pequeño escritorio en dónde apoyo los brazos y me acerco lentamente hasta que sólo veo el reflejo de mis ojos. Están cansados pero sonríen.
Me doy vuelta y observo a dónde van a parar las luces. Despacio  ubico la silla en el medio de la habitación, abro la ventana de par en par y dejo que todo lo que quiera entrar, entre. Palabras urgentes…sirenas sin destino. 
Me lleno de carreteras
 Ráfagas nocturnas de ese desierto que me mostró sin recelo una constelación de abismos: las luces entran por mi camisa.
Se abren diferentes Cosmos. No sé si voy a ser capaz de dormir esta noche.

martes, 16 de agosto de 2011

Magia.

Ahora mismo siento como mi alma se eleva y se confunde con el paisaje nocturno de esta granja  perdida en alguna parte del mapa.
Los violetas, los verdes… los rosados se hamacan entre puntos luminosos  y me dejan desválida rodeada de un tesoro inesperado e inalcanzable.
Para él es algo de cada dia, para mí es como transitar otra vida dentro de la mía; se recuesta a mi lado en el césped del patio trasero. A metros duermen plácidos los animales, siento que el pecho me va a explotar y se me caen las lágrimas sin que pueda hacer nada; el me mira a mi y se esmera en secar mi rostro.
Lo miro y se que entiende: veo en sus ojos el reflejo de los mios colmados de auroras boreales.

sábado, 13 de agosto de 2011

Amistad.

Después de la orgía de chocolate (y sospecho algo más), me dice que quiere bajar la panza, que recién ahora le salió, que el día está hermoso y si la puedo acompañar a la playa porque quiere correr un poco.
Pienso que tiene una visión muy romántica y cinematográfica de lo que es  hacer ejercicio, que le va a durar exactamente lo que yo  tarde en contestarle y aunque en particular no soy fan de la arena le digo que si, que  vamos.
Pago el taxi y la observo caminar delante de mí  en modo “diez y diez”. Parece inofensiva...
Antes de "ejercitar", se le antoja sentarse en uno de los paradores de playa. Es que hay demasiada gente me dice; yo vine en plan dama de compañía y obediente, me siento.
Se pide un “licuadito” de banana con azúcar (se siente caidita...). No la voy a herir, para eso cuenta con ella misma. 


ya está; la dejamos pasar y la convenzo al menos de disfrutar del mar.
La chica ciento diez  se le anima al océano y yo pienso que no hay nada de malo en eso: las ballenas pertenecen al mar.

viernes, 12 de agosto de 2011

Por lo alto.

Lo peor de patear el tablero son los paradigmas,  pero mi conducta ha sido siempre un misterio.
Yo ya vengo agitada y cuando la ratita negra teñida que trabaja de cajera me dice “ llená los aceiteros”, yo simplemente tomo una decisión; Aquí la jefa de salón soy yo, yo me hago responsable por lo que hay y por lo que no hay, pero como la ratita es diminuta y necesita hacerse ver, pega alaridos chirriantes y se tiene que salir con la suya. Yo me saco el delantal y me voy, hasta acá nomás.
La última palabra la tengo yo; no siempre me conviene, pero me deja satisfecha, me abre el plexo solar. En este caso es cuestionable: quedarse sin trabajo no es algo realmente inteligente, pero tampoco es el fin del mundo. Sobretodo cuando ocurre en un medio en dónde no hay lugar a los errores, que si los hay se pagan…en metálico. Ni hablar si  el primer día te juzgan de poco ambiciosa por no trenzarte a las piñas con las demás conchudas que forman el selecto staff para marear y atraer al pobre cliente (víctima), que va a pagar por un café lo que sería una cena completa en cualquier bodegón decente. Yo le digo a la gerenta del local, quizá no sea ambiciosa para tu standard de ambición, pero fíjate que estuve en lugares que ni figuran en el mapa…cruzando el Atlántico. Me mira con ojos de murciélago con ganitas de picar, pero ya abrí el juego.
Ahí viene la Betty Page del equipo, camina como dando saltitos , tiene muy lindos ojos pero el efecto ojos-flequillo se derrumba con los bigotes tipo Cantinflas que no sé cómo no vé.
Atrás le sigue la autodenominada "mamá pulpo" que me mira haciéndose la distraída. En algún momento de distensión, que vendría a ser al final del servicio me cuenta que tiene cinco hijas, todas mujeres; yo me siento intimidada y no sé si hay comentario a semejante catástrofe, no obstante agrega: son todas de distintos padres.

Me falta la “camarera top” de la casa, que tiene una seborrea bastantea visible y se baña una o dos veces por semana; es la que hace cien dólares por dia en propina, pero trabaja doce horas y se juega al prode la mitad de lo que gana, con el resto paga la combi hasta San Miguel, la instalación de agua caliente y los veinte litros de cerveza que necesita el marido diariamente para cagarla a palos.
Desde el principio supe que tenia que aprovechar cada día cómo único e irrepetible.

jueves, 11 de agosto de 2011

Tarde de invierno.

Como estamos  en Europa, se la da de europea y se me planta en el living sólo con un toallón en la cabeza y la tanga que tiene la mariposa atrás asfixiada en la raya de su culo.
Mientras intento protegerme de verla, ruego que envase las dos calamidades colgantes de las que ella está secretamente orgullosa.
Ciento diez  kilos abren la heladera (¿cómo no?) y se sirven un postre de chocolate que sospecho es mío. Todo eso mas la cuchara sopera,  se sientan en el sofá de dos cuerpos que me acoge. Calculo que en pocos minutos lo va a ocupar todo y voy a tener  serios problemas para respirar; me levanto y pienso por un minuto…afuera está gris y hace un frío de cagarse, pero no veo otra escapatoria; hubo una época en la que yo era más directa y me comunicaba del modo usual, pero no puedo dar clases de ubicación. A cagarse de frío nomás…
Tres pubs por cuadra, la tentación es demasiado grande y cuando estoy lo suficiente lejos y perdida de casa,  sin elegir demasiado me mando a uno de los tantos Temple Bar que hay por el país,  calculo deben ser las cuatro de la tarde pero el lugar está poblado, el ambiente es alegre y la música apenas se percibe. Me siento en la barra y me pido una Guiness, observo como se desmorona su característica espuma y le doy un sorbo. Me conecto con el lugar: en una mesita cerca de la ventana con vitraux y maderas, una cincuentona con ropa deportiva y bolsa de compras de la que asoman tallos de apio y botellas, le murmura algo a su pinta de cerveza rubia.
Al lado mío hay dos hombres  de traje y con peluquín, recién se conocen, pero la magia de la cerveza y el partido de rugby que emite la pantalla sobre la barra de espirituosas hacen que parezcan amigos de toda la vida.
Después de la tercera pinta ya ni miro la espuma desvanecerse, la música está notablemente más alta y la gente pasa  por mi lado como en cámara rápida, no sé a cuántos galanes de after office  dije que no y a los que les dije que sí, no sé porque ya no están.
El cantinero me mira enternecido, supongo que a estas alturas siente algo de lástima por mi, pero también me ve como una mujer fuerte que sabe hacerse valer, por eso me premia con otra pinta: “up to me”  me dice, con las mejores intenciones, pero del pedo que tengo ya ni puedo hacer foco.
 Llego a casa y me encuentro con el Botero tamaño natural, desparramado en dónde lo dejé y casi como lo dejé…un poco más grotesco si se puede, con los cuatro potes de los postres de chocolate vacíos que confirmo, eran mi “special offer” de la semana.

lunes, 8 de agosto de 2011

Aventuras...

Ni me molesto en mirar el reloj. Tengo el cuerpo agotado de tanta cama; soy una mina de desafíos pretenciosos: dormir hasta no poder más y, soy buena.
Me sostengo como puedo en la camita casi al ras del suelo o mejor dicho, de la percudida alfombra azul.  Me siento parte de la escenografía ( barata) de algún video de Amy Winehouse: botellas de cerveza grandes, chicas, de ginebra. Una petaca de whisky que alguna vez compré para calmar el dolor de muelas.
 Una miserable cama de una plaza, de los siete listones que separan mi cuerpo del piso faltan dos…y medio, por lo que tengo que hacer equilibrio y tirar para el lado de la pared. Si no, a la mierda. El ángulo  positivo de la situación, una vez que me levanto, tienen que pasar al menos doce horas para que siquiera piense en volver. Soy una mina positiva.

Experiencias...

Es irritante, pero no puedo dejar de mirarla, me absorbe su presencia y me crea un nudo en el estómago.
Verla comer es lo más parecido a un ataque de pánico que creo haber experimentado: sus labios se mueven como medusas agrietadas, bordeadas por esos incipientes pelitos negros que no sé como alguien puede besar.
Mastica de manera ruidosa y las comisuras de la boca se le llenan de líquidos;no sé como lo hace, pero las uñas rojas se le manchan de comida; Dios me salve de ver que hay por debajo de ellas. Las tostadas de la mañana son lo peor, ese es un momento precioso, yo aún en trance con lo que haya quedado del reparador sueño, entonces su estrépito se repite una y otra vez…
Es consciente de que la observo, porque con media tostada embadurnada de queso y mermelada en la boca, levanta los ojos del diario y  con los dientes manchados de dicha mezcla, me encara con un “ ¡¿Qué?!”, atragantado seguido de un violento “glup glup” de café .
Pienso que hay algo mal en mi, porque mi primer instinto es empujar la mesa de fórmica para que se caiga de la manera más violenta posible y haga mucho ruido, un ruido que tape el de ella.
Los almuerzos… las cenas…los individuales  y los manteles tienen también  restos de momentos fatales. El juego de los cubiertos en el plato, y el choque del tenedor con sus dientes…
La fascinación es tal, que vivo reprimida.

domingo, 7 de agosto de 2011

Otro dia, el mismo.

Ok, entonces hago un esfuerzo titánico y salgo de la cama minutos antes de las 14 hs. Me visto con lo de siempre, en realidad  lo que haya limpio; Entonces va el jean que me salva, el que me dice que siempre estoy en peso, porque por alguna razón lo compré demasiado grande cuando vivía en Londres, estaría de oferta o algo por el estilo.
Salgo a la vida y voy por las mismas calles al mismo café; me olvidé que es domingo y casi todas las mesas están ocupadas, la mayoría por gente mayor compartiendo olorosos platos, algún mocoso a los gritos  y los mozos inanimados de siempre.
Encuentro en el medio de todo ese caos una mesita y me tiro de cabeza. Miro el esmalte carcomido de mis uñas mientras espero que me atiendan y cuando levanto la vista,  una señora bastante fea de la mesa de al lado me mira de manera torva mientras habla con otra señora casi tan fea como ella. Concluyo que deben ser hermanas, las dos cuidan de no tomar sus bebidas puestas una al lado de la otra antes que llegue la comida,  arreglan varias veces el plato, los cubiertos y el vaso. Inspeccionan a fondo la panera,con ademán de desprecio en sus respingonas narices ...ni las tostadas, grisines o bollitos parecen decentes.
Llega junto con mi café, el diario y me parece que a la señora le llama la atención que yo no haya cruzado palabra con el mozo, porque me mira fijo ahora y la mirada torva ya es de odio.
Le doy un pensamiento al tema y me convenzo de que le molesta mi cara de dormida  cuando el día va para el lado del cierre…