domingo, 7 de agosto de 2011

Otro dia, el mismo.

Ok, entonces hago un esfuerzo titánico y salgo de la cama minutos antes de las 14 hs. Me visto con lo de siempre, en realidad  lo que haya limpio; Entonces va el jean que me salva, el que me dice que siempre estoy en peso, porque por alguna razón lo compré demasiado grande cuando vivía en Londres, estaría de oferta o algo por el estilo.
Salgo a la vida y voy por las mismas calles al mismo café; me olvidé que es domingo y casi todas las mesas están ocupadas, la mayoría por gente mayor compartiendo olorosos platos, algún mocoso a los gritos  y los mozos inanimados de siempre.
Encuentro en el medio de todo ese caos una mesita y me tiro de cabeza. Miro el esmalte carcomido de mis uñas mientras espero que me atiendan y cuando levanto la vista,  una señora bastante fea de la mesa de al lado me mira de manera torva mientras habla con otra señora casi tan fea como ella. Concluyo que deben ser hermanas, las dos cuidan de no tomar sus bebidas puestas una al lado de la otra antes que llegue la comida,  arreglan varias veces el plato, los cubiertos y el vaso. Inspeccionan a fondo la panera,con ademán de desprecio en sus respingonas narices ...ni las tostadas, grisines o bollitos parecen decentes.
Llega junto con mi café, el diario y me parece que a la señora le llama la atención que yo no haya cruzado palabra con el mozo, porque me mira fijo ahora y la mirada torva ya es de odio.
Le doy un pensamiento al tema y me convenzo de que le molesta mi cara de dormida  cuando el día va para el lado del cierre…

1 comentario:

  1. Yo quisiera ese café, esa mesa, ese no mediar palabras del mozo argentino harto conocido...
    Pero sobre todo quisiera darte un motivo más para que saltes de la cama, un minuto antes de la hora, cualquiera que esta sea...

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