sábado, 13 de agosto de 2011

Amistad.

Después de la orgía de chocolate (y sospecho algo más), me dice que quiere bajar la panza, que recién ahora le salió, que el día está hermoso y si la puedo acompañar a la playa porque quiere correr un poco.
Pienso que tiene una visión muy romántica y cinematográfica de lo que es  hacer ejercicio, que le va a durar exactamente lo que yo  tarde en contestarle y aunque en particular no soy fan de la arena le digo que si, que  vamos.
Pago el taxi y la observo caminar delante de mí  en modo “diez y diez”. Parece inofensiva...
Antes de "ejercitar", se le antoja sentarse en uno de los paradores de playa. Es que hay demasiada gente me dice; yo vine en plan dama de compañía y obediente, me siento.
Se pide un “licuadito” de banana con azúcar (se siente caidita...). No la voy a herir, para eso cuenta con ella misma. 


ya está; la dejamos pasar y la convenzo al menos de disfrutar del mar.
La chica ciento diez  se le anima al océano y yo pienso que no hay nada de malo en eso: las ballenas pertenecen al mar.

1 comentario: