Después de la orgía de chocolate (y sospecho algo más), me dice que quiere bajar la panza, que recién ahora le salió, que el día está hermoso y si la puedo acompañar a la playa porque quiere correr un poco.
Pienso que tiene una visión muy romántica y cinematográfica de lo que es hacer ejercicio, que le va a durar exactamente lo que yo tarde en contestarle y aunque en particular no soy fan de la arena le digo que si, que vamos.
Pago el taxi y la observo caminar delante de mí en modo “diez y diez”. Parece inofensiva...
Antes de "ejercitar", se le antoja sentarse en uno de los paradores de playa. Es que hay demasiada gente me dice; yo vine en plan dama de compañía y obediente, me siento.
Se pide un “licuadito” de banana con azúcar (se siente caidita...). No la voy a herir, para eso cuenta con ella misma.
ya está; la dejamos pasar y la convenzo al menos de disfrutar del mar.
ya está; la dejamos pasar y la convenzo al menos de disfrutar del mar.
La chica ciento diez se le anima al océano y yo pienso que no hay nada de malo en eso: las ballenas pertenecen al mar.
Jajaja, me mató el final!!!
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