lunes, 8 de agosto de 2011

Experiencias...

Es irritante, pero no puedo dejar de mirarla, me absorbe su presencia y me crea un nudo en el estómago.
Verla comer es lo más parecido a un ataque de pánico que creo haber experimentado: sus labios se mueven como medusas agrietadas, bordeadas por esos incipientes pelitos negros que no sé como alguien puede besar.
Mastica de manera ruidosa y las comisuras de la boca se le llenan de líquidos;no sé como lo hace, pero las uñas rojas se le manchan de comida; Dios me salve de ver que hay por debajo de ellas. Las tostadas de la mañana son lo peor, ese es un momento precioso, yo aún en trance con lo que haya quedado del reparador sueño, entonces su estrépito se repite una y otra vez…
Es consciente de que la observo, porque con media tostada embadurnada de queso y mermelada en la boca, levanta los ojos del diario y  con los dientes manchados de dicha mezcla, me encara con un “ ¡¿Qué?!”, atragantado seguido de un violento “glup glup” de café .
Pienso que hay algo mal en mi, porque mi primer instinto es empujar la mesa de fórmica para que se caiga de la manera más violenta posible y haga mucho ruido, un ruido que tape el de ella.
Los almuerzos… las cenas…los individuales  y los manteles tienen también  restos de momentos fatales. El juego de los cubiertos en el plato, y el choque del tenedor con sus dientes…
La fascinación es tal, que vivo reprimida.

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